Cada semana es una nueva experiencia en Comeddia Gastro Bar. A continuación, te presentamos nuestro menú semanal, una selección de platos tradicionales y sorprendentes para disfrutar una travesía gastronómica única.
Menú compuesto de tres entrantes por persona y un principal a elegir entre carne, pescado y Vegano/vegetariano.
Primera consumición
Postre o café. 13.50 €
(De miercoles a viernes no festivos y lunes no festivos)
ENTRANTES
Ligera, fresca… y con un trasfondo oscuro.
Garbanzos que laten como almas perdidas, dulzura inesperada de uvas, el filo crujiente del rabanito y un polvo de aceituna negra que cae como ceniza sobre todo. Un plato que juega a ser puro, pero que esconde el eco de un pecado inevitable.
Suave, luminosa… pero con memoria ardiente.
Zanahoria convertida en seda helada, un soplo dulce y fresco que engaña al paladar. Bajo su apariencia amable late el recuerdo de la brasa: un plato que calma… y al mismo tiempo recuerda que el fuego nunca desaparece del todo.
Transparente, etérea… pero con un fondo implacable.
Un velo de hinojo convertido en gelatina, ligero como un susurro del más allá, que descansa sobre un crumble de frutos secos: crujiente, terroso, inevitable. Un bocado que empieza sutil y termina con la fuerza de lo ancestral.
Rústico, humeante… y cargado de culpa.
Albóndigas caseras que hierven lentamente en un guiso espeso, rodeadas de champiñones, guisantes y patatas que absorben todo su jugo. Un plato sin adornos, directo, que recuerda a la comida de hogar… pero servido desde el caldero del inframundo.
Intenso, elegante… y de piel traicionera.
El cabracho, rojo como las brasas del averno, se sirve junto a espaguetis de calabacín que serpentean como almas verdes en fuga. Todo cubierto con una falsa carbonara de cebolla caramelizada, dulce y oscura, que convierte cada bocado en un pacto entre luz y tiniebla.
Ahumada, ardiente… y con capas de tentación.
Verduras asadas lentamente al kamado que se funden en un abrazo de humo y dulzor, atrapadas entre finas láminas de lasaña. Cada capa revela un secreto, cada bocado un descenso más profundo al huerto del infierno.
Sedosa, dulce… y con un golpe final sangriento.
Una panacota de coco y chocolate blanco, tan delicada que parece inocente, cubierta con un culí rojo de mermelada de fresa o frutos rojos que estalla como lava dulce sobre su superficie. Un cierre suave y traicionero: el beso azucarado antes del castigo eterno.